UNA PRESENCIA IRREDUCIBLE


A propósito de la sentencia de la Corte europea sobre los crucifijos

La sentencia de laCorte europea de los derechos del hombre contra los crucifijos en las aulas escolares ha suscitado un vasto eco de protestas: justamente, casi todos los italianos–el 84%segúnuna encuesta del periódico Corriere della Sera – se han escandalizado de la decisión.

«Y vosotros quiéndecís que soy yo?».Esta pregunta de Jesús a los discípulos nos alcanza desde el pasado y nos desafía ahora.

EseCristo en el crucifijo no es una reliquia de la piedad popular por la cual se puede nutrir, comomucho, un devoto recuerdo.

Tampoco es un recuerdo genérico, símbolo denuestra tradiciónsocial y cultural.

Cristo es unhombre vivo, que ha traído almundo unjuicio, una experiencia nueva, que tiene que ver con todo: con el estudio y el trabajo, con los afectos y los deseos, con la vida y lamuerte.Una experiencia de humanidad realizada.

Los crucifijos se pueden quitar, pero no se puede eliminar de la realidad a un hombre vivo. Excepto si lomatan, como ha sucedido: ¡pero entonces está más vivo que antes!

Se iluden aquellos que quieren sacar los crucifijos, si creen que así contribuirán mejor a eliminar del “espacio público” el cristianismo como experiencia y juicio: si está en su poder - todavía se tiene que ver y nosotros confiamos en que sean desmentidos–abolir los crucifijos, no está en sus manos eliminar cristianos vivos de la realidad.

Pero hay un inconveniente: que nosotros cristianos podemos no ser nosotros mismos, olvidando lo que es el cristianismo; entonces defender el crucifijo sería una batalla perdida, porque ese hombre ya no diría nada nuevo a nuestra vida.

La sentencia europea es un desafío para nuestra fe. Por ello no podemos volver tranquilamente a nuestras cosas, después de haber protestado escandalizados, evitando la cuestion fundamental: crucifijo sí, crucifijo no, ¿dónde está el acontecimiento de Cristo hoy? O, dicho con las palabras de Dostoevskij: «Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer de verdad en la divinidad del hijo de Dios, Jesucristo?».

COMUNIÓN Y LIBERACIÓN

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