El 17 pasado Enero, la Universidad "La Sapienza" iba a recibir a Benedicto XVI, quien pronunciaría un discurso a la comunidad universitaria. Sin embargo, este acontecimiento no llegó a ocurrir, por la oposición de un grupo de estudiantes y profesores que se opusieron violentamente a la visita del Papa, alegando que éste, cuando era Cardenal, había atacado a Galileo en un discurso pronunciado en 1990. Nuevamente, una citación hecha por el Papa (esta vez del filósofo agnóstico Feyerabend) es sacada de contexto, denunciada como juicio del mismo Pontífice - ¡defensor de la personalidad histórica de Galileo y autor de su rehabilitación, en 1992! - , y causa de un gran escándalo. Frente a la violencia de la situación, el Papa resolvió no asistir a la Universidad; en cambio envió su discurso, que fue leído poco tiempo después a la comunidad universitaria; y que se ha difundido y comentado ampliamente, con grandes muestras de apoyo a Benedicto XVI.
Nace la pregunta... ¿Por qué el cuerpo docente y estudiantil de una Universidad laica, que se dice tolerante y respetuosa, que se suscribe a la sentencia volteriana: "No estoy de acuerdo contigo, pero daría la vida para que pudieras expresar tu opinión", le cierra así las puertas a Benedicto XVI? Nuevamente, como en Ratisbona, el escándalo de la citación es una excusa: la verdad es que produce escándalo este Papa, que se permite hablar no solo de la fe, sino de su relación con la ciencia y el conocimiento. Produce escándalo este Papa que interpela al hombre a utilizar la razón en toda su amplitud, que exhorta a devolverle a la razón humana toda su dignidad.
El Papa, como representante autorizado de una tradición dos veces milenaria y de una sabiduría que los siglos han probado, nos lanza a todos el gran desafío: la universidad es libre y autónoma para poder cumplir la misión de mantener viva la sensibilidad por la verdad, de mantener al hombre en la búsqueda de lo único que le corresponde totalmente, lo único que es digno de él.
Mantener viva la sensibilidad por la Verdad, el deseo por la Verdad, no es una cuestión menor ni un capricho de filósofos. Sólo la devoción por la Verdad puede liberar al hombre de los intereses parciales, del utilitarismo y del poder. "La Verdad os hará libres". Es urgente, es imprescindible, que el hombre no se de por vencido en la cuestión de la Verdad, y ningún problema es más actual, ningún peligro es más real.
El corazón del hombre está hecho para la verdad, y no acepta sustitutos. Agradecemos a Benedicto XVI que nos recuerda una vez más para qué estamos en la Universidad.
Nace la pregunta... ¿Por qué el cuerpo docente y estudiantil de una Universidad laica, que se dice tolerante y respetuosa, que se suscribe a la sentencia volteriana: "No estoy de acuerdo contigo, pero daría la vida para que pudieras expresar tu opinión", le cierra así las puertas a Benedicto XVI? Nuevamente, como en Ratisbona, el escándalo de la citación es una excusa: la verdad es que produce escándalo este Papa, que se permite hablar no solo de la fe, sino de su relación con la ciencia y el conocimiento. Produce escándalo este Papa que interpela al hombre a utilizar la razón en toda su amplitud, que exhorta a devolverle a la razón humana toda su dignidad.
El Papa, como representante autorizado de una tradición dos veces milenaria y de una sabiduría que los siglos han probado, nos lanza a todos el gran desafío: la universidad es libre y autónoma para poder cumplir la misión de mantener viva la sensibilidad por la verdad, de mantener al hombre en la búsqueda de lo único que le corresponde totalmente, lo único que es digno de él.
Mantener viva la sensibilidad por la Verdad, el deseo por la Verdad, no es una cuestión menor ni un capricho de filósofos. Sólo la devoción por la Verdad puede liberar al hombre de los intereses parciales, del utilitarismo y del poder. "La Verdad os hará libres". Es urgente, es imprescindible, que el hombre no se de por vencido en la cuestión de la Verdad, y ningún problema es más actual, ningún peligro es más real.
El corazón del hombre está hecho para la verdad, y no acepta sustitutos. Agradecemos a Benedicto XVI que nos recuerda una vez más para qué estamos en la Universidad.

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