Movilizaciones 2008: ¡¡El cambio que esperamos no proviene del gobierno!!

Nuevamente, nuestras universidades están en paro y movilizaciones. Pero, ¿por qué, en el fondo, estamos parados? Porque muchos de nuestros compañeros piden que se retire la Ley General de Educación en discusión en el Parlamento y que se proponga un nuevo proyecto de ley representativo, además de una serie de petitorios que buscan responder a
necesidades propias y justas de cada institución. Claramente, piden a gritos un cambio en la educación. Sin embargo, se habla de educación sin fijarse hasta el fondo en qué es la educación. Nos llaman así a una movilización diciéndonos: “sólo parando podemos desligarnos de la carga académica para asistir a las marchas”.
Así discutimos partiendo de una premisa falsa: la educación entendida desde una lógica puramente economicista: no hay otro incentivo que no sea la plata; no hay otro dinamismo que no sea la competencia: No hay otro criterio que no sea “el producto” medido con ciertos instrumentos.
Es más, “los universitarios mismos nos estamos dejando llevar por la falacia de que la solución al problema de la Universidad depende de una feliz regulación legislativa y de una mayor afluencia de recursos económicos provenientes de los presupuestos públicos y de las empresas privadas. No nos percatamos de que burócratas y que tecnócratas, salvo honrosas excepciones, no entienden en qué pueda consistir lo específicamente universitario, y además no les inquieta en absoluto. La salida del atolladero nunca vendrá desde fuera de la Universidad. Son los propios universitarios, profesores, gestores y alumnos quienes han de renovar desde dentro la institución que les acoge y, que ha de ser ella misma, sujeto y objeto de continua innovación. Nadie lo va a hacer por ellos, mejor que ellos si ellos no lo hacen” (Alejandro Llano).
En resumidas cuentas, estamos corriendo el riesgo de quedarnos en la misma lógica económica y burocrática que queremos cuestionar. Para un cambio real hay que partir de otro punto.
Es cierto que todos buscamos una educación de calidad; pero es cierto también que no es una estructura la que pueda otorgárnosla, porque, en el fondo, la educación es ante todo una relación que nace del ponernos la pregunta de quiénes somos. Porque si esperamos todo del sistema; entonces nos concebimos a nosotros mismos, en última instancia, como pieza de un engranaje. Y, sin embargo, no podemos ser solo eso, esperamos mucho más.
Quedamos enfrentados a lo que nos toca día a día, con la necesidad de encontrarnos con otros que nos ayuden a vivir todo: el estudio, el afecto, la política, la profesión, que nos ayuden a mirar toda realidad, toda la vida con pasión y simpatía. Partir de estas exigencias que constituyen nuestro centro, nuestro “corazón”, no es partir de poco, es comenzar de los verdaderos motores de cualquier cambio social.

“Las fuerzas que mueven la historia son las mismas que mueven el corazón”
Luigi Giussani

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